Viajar en el Titánic debió de ser hermoso, claro que nadie imaginaba cómo iba a terminar la cosa. Hundirse en el óceano, sin ver el cielo nunca más. Bajo el agua no hay aire, sólo peces grandes y pequeños y algas como cabellos de sirena que se enredan y se enroscan en nosotros para que no podamos escapar. El agua está tan fría que los dedos se duermen, y terminas por no sentirlos. Para cuando te quedas sin fuerzas, las sirenas te arrastran hasta el fondo. Las sirenas son mujeres que una vez se unieron a los ángeles caídos.
Salmacis se bañaba en una fuente cuando se enamoró del hijo de Afrodita y de Hermes. Era tan hermoso que deseó abrazarse a él y que los dioses fundieran en uno sólo sus cuerpos. Salmacis no quería ya nunca separarse de él.
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