ASOMARSE A INTERNET
Adoro las ventanas que me permiten divisar el horizonte,
la galería por la que se despeña la luz en mi cuarto, los balcones al
jardín o a la avenida por la que la vida se pasea como un mar de obstinadas
existencias. Toda abertura al exterior, ejerce sobre mí una influencia
hipnótica. Pero ahora he descubierto la ventana del mundo; el mirador
donde todo está a la vista Más de uno y más de una se llevará las manos
a la cabeza al saberlo. Sí, la gran ventana despierta todavía recelos.
Una extraña inquietud se apodera de mujeres y hombres al toparse con
lo desconocido, y esta enorme ventana no es nada más que eso para ellos:
algo incierto y sombrío en donde anidan sombras amenazantes. Temen que
por ella penetre lo futuro: esa alimaña hambrienta, dispuesta a devorarles.
Les horroriza la posibilidad de que algo suyo escape hacia ese mundo
del que quizá no puedan ya volver... Ya he dicho que yo siento atracción
por las rendijas. Soy mujer, y curiosa como pocas e incapaz de resistirme
a lo nuevo. Lo nuevo es el mayor de los misterios, y existe para ser
explorado. Es seguro que guarda tesoros y sorpresas. Las sorpresas y
los tesoros tienen algo en común: Hacen que la vida sea fantástica.
Son como las promesas que nos llenan de esperanza. Pero hay gente que
se asusta de soñar, no quiere despegarse del suelo ni por un instante,
¿Para qué ir más lejos?, ¿Para qué andar buscando lo que parece imposible?.
Y cuando lo que creían imposible se hace realidad, recelan. Piensan:
¡ No puede ser! Debe de ser una trampa. Pero la vida puede vivirse de
mil formas, y lo que se imagina forma parte de ella también. Lo imaginado
termina por hacerse realidad. ¿Dónde estarían los aviones, o el teléfono,
o la televisión, o el telescopio, sin la imaginación de quienes los
inventaron? En Internet la imaginación es la reina, y los sueños componen
su corte. Es como otra vida, en la que casi todo está al alcance. Puede
que sea malo, puede que no sea más que un vacío en el tiempo, un colador
por el que se escapen nuestras horas sin remedio. Pero yo creo que sólo
es el anuncio de algo más importante, el comienzo de un futuro sin distancias,
ni barreras. Quisiera ser testigo del prodigio, encontrar el tesoro
y abrir despacio el cofre que tengo ya tan cerca...
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