Testamento hallado bajo la tormenta
TESTAMENTO
(a Sergio Martínez y Agustín Requena).
Emilio, hijo del Exilio en África, vecino de la luna, estante en la orilla opuesta del siglo trece, avisado del quedo fluir de la edad, advierto la urgencia de romper aguas e instalar adecuadamente mi legado veinte minutos al sur de mi propio olvido, del que fatigosos estertores nos separan, persuadido de la honda importancia de mi contribución al consumo de oxígeno.
Primeramente dejo mis huesos en la pecera que me vio nacer y el alma en el barro que alimentó sus planes.
Mis ojos los dejo a las torres y a las larvas mis vísceras más tiernas: nadie las apreciará mejor.
Dejo cuatro haces de nervios a la Marina Mercante, y que vean qué pueden hacer con ellos.
Dejo la impenitencia de la risa al primero que pase, pise y resbale. Dejo al cierzo mi grito preferido para que lo esparza por las praderas de azules horizontes, praderas yermas secas de azules inalcanzables, azules insondables, azules...
Bajo mi almohada escondo tres indulgencias plenarias, de uno que me perdonó la vida: considero oportuno llevármelas a la tumba (por lo que pueda pasar) esperando que no sea motivo de discordia para mis herederos. Item guardo algunos recuerdos en un hoyo, bajo la hojarasca: que sean para los topos y las ranas de San Antonio.
Si os queda tiempo, poned mi espalda al sol que más calienta, en cualquier patio de vecinos, y si no, ponedle una vela y fletadla hacia el cuerno de la abundancia.
Mis diez camisetas y mis viejas botas las dejo en manos de mis albaceas, seguro como estoy de su recto proceder.
Dejo mis expedientes inconclusos a la Dirección General pertinente, con la condición de que se guarde un minuto de silencio administrativo.
Por último, queriendo poner mis cuentas en la recta carrera de Salvación, confieso deber dos multas.
Emilio Alfaro Hardisson

1 comentario
Comentario De: Francisco J. Santos Padron (Paco) Visitante

Acabe por azar en esta pagina, navegando en el mundo de la cultura, de la literatura y de la historia, desde Jordania donde trabajo para Naciones Unidas y el unico comentario que puedo hacer, no es sobre los relatos, es sobre la tristeza que me ha producido conocer la desaparacion fisica de Emilio, antiguo companero y amigo del Instituto .
Solo puedo decir que era un tipo estupendo, inteligente vital y una buena persona…lo siento mucho, un abrazo en la distancia.
Paco Santos