Poemas

Avanzaba pensando en un sí,
temiéndome un no.
Cerca de su sombra,
los pájaros guardaban silencio,
las nubes me arropaban,
el aire olía siempre a tormenta...
Tendí la mano al futuro
y lo toqué.
Su piel era la mía.
ERA SU PROPIA PIEL LA MÍA.

Los días han seguido pasando.
Con la fuerza recuperada de la costumbre,
y el ritmo que se adapta a mis desmanes,
voy a rehacer mi casa.
El frío está regresando,
Y yo sin abrigo.

Sacudo el barro de mis botas,
el peso de los años.
El tiempo,
que desborda los oscuros rincones de mi alma,
teje el paño
en que enjugar las lágrimas.
La historia de mi vida late.
¿Qué caminos sin horizonte pueblan
estas mañanas en solitaria compañía?
Apenas veo luz en los espejos
que antes resplandecían
con el fulgor azabache de mis pupilas.
No soy buena.
Soy lo que quedó de mí
en el fondo de la olla
casi vacía.

Nota: Maleján, 29 de Marzo de 1994

Mis ojos aplaudían
pestañeando aviesos,
al hombre más hermoso de la tierra.
Era un día radiante de septiembre.
Volaban los tesoros
de su viaje estival
y estremecíanse sus manos
en cada arpegio.
Eran tiernas mis palabras
en su oído,
y eran nubes sus ojos
trepando a mis cabellos.

Soy de aire,
Aérea, pues,
penetro las aceras
que inflamadas de mi yo
escupen viandantes seriecísimos,
niños-poetas rugientes,
madres-perchero impacientadas
con paquetitos plateados en las manos-baúles
para sus niños-saltimbanquis.
Soy agua,
y líquida persigo el manantial
que me devore o me vomite,
el vértigo que me despierte o que me atraiga
con puntual precisión
al universo o a la nada.

Nota: Noviembre 1998