La espeluznante vida de Sofía Mazapanes
Sofía Mazapanes era una mujer enloquecida por la vida. Una infancia desgraciada y un padre esquizofrénico habían marcado su adolescencia, arrastrándola por caminos insospechados.
La enfermedad de su padre, había hecho que cosas como los “mosquitos espías” y las “baldosas-trampa” formasen parte de su universo familiar. Había hecho también, que Sofía creciera sin su madre, pues ésta apenas paraba en casa. Pluriempleada como estaba, la madre de Sofía tenía poco tiempo para dedicar a su hija.
Higinia Soler empezaba su jornada a las cuatro y media en punto, desayunaba un café con leche y acudía a la fábrica de galletas que limpiaba. Algunas mañanas tenía que espantar las ratas que, de noche, campaban como Pedro por su casa por el obrador y por los almacenes de la fábrica.
A las siete servía desayunos en el bar “Mariano”.
A las doce cuidaba a una ancianita en el hospital. A cambio de algunas monedas que le daba la hija, atendía a la señora Ramona. Le daba de comer, la ayudaba a caminar. La pobre señora Ramona, parecía un pajarito. Higinia, la cuidaba como a un pajarito.
Se quedaba con ella hasta las seis y a las siete llegaba, casi sin resuello, a casa. Preparaba la cena y la comida para el día siguiente, y se bañaba y se iba a acostar. Alguna noche veía un poco la tele con Sofía. Pero esto no era precisamente lo habitual.
Para Sofía, su madre, era una continua ausente.
Una tarde, Sofía conoció a Benjamín y pocos días después notó que le empezaba a faltar la regla. Ni siquiera les dijo nada a sus padres. La vida siguió transcurriendo como siempre en casa de los Mazapanes Soler. Hasta que un día, Sofía dio a luz a un bebé. Nadie se enteró. Y Sofía y Benjamín siguieron conociéndose más y mejor. Fueron años muy hermosos, durante los cuales Sofía alumbró cinco preciosas niñas, que se fueron convirtiendo en la pesadilla de su abuelo. Sin embargo, Higinia nunca las descubrió. Hasta que un día cayó enferma.
El descubrimiento de las niñas fue un mazazo para Higinia que, por alguna inexplicable razón, había supuesto siempre tenerlo todo controlado. Indignada por la desfachatez de su hija, la había echado de casa.
Al verse sola en la calle con cinco hijas a las que dar de comer, Sofía buscó la ayuda de Benjamín. Este le dio cobijo durante algunos días, pero en seguida se dio cuenta de que era demasiada responsabilidad para él que siempre había evitado el compromiso. Desde ese momento, Benjamín cambió. Se volvió reservado con Sofía, y las niñas le ponían de los nervios. Por fin un día, se dio el piro.
(Continuará)
2 comentarios
Comentario De: Carolina Miembro
Comentario De: Carolina Miembro
¿Podrá quedarse sin conocer este misterioso caso?
Proximamente, en esta pantalla…
EL INSÓLITO CASO DE BENJAMÍN CALLEJUELAS